Con la concesión del Premio Nobel en 1995 se reconocía el trabajo de Seamus Heaney. Su extensa obra abordó el abandono de los enclaves rurales, la difícil adaptación a un entorno urbano y las presiones que la política ejercen sobre el hombre contemporáneo. Desde las impresionantes descripciones del campo irlandés hasta las últimas meditaciones inspiradas por la sabiduría acumulada.