En
este libro, casi auto de fe, Leonard Cohen parece pretender exorcizar sus
dudas y confusiones, en este caso especialmente las religiones, que habrán
de acompañarle en el transcurso de toda su obra. Están presentes
los gérmenes del furor, el desgarramiento e incluso la brutalidad
de obras posteriores. Como atractivo añadido, aparecen en él
los textos de dos de sus más brillantes canciones: Suzanne, tal
vez la más bella balada jamás escrita, y Avalanche.