La felicidad de la tierra es un diario de campo, del campo en el que Manuel Leguineche escribe desde 1986, en una casa de piedra en medio del monte. Una suerte de diario discontinuo, porque el autor reparte su tiempo entre extraordinarios viajes que le permiten ser testigo directo de los formidables acontecimientos del mundo y las descubiertas en torno a la Alcarria. El Tejar de la Mata es su reposo del guerrero. En estas páginas cabe todo, las experiencias campesinas, los tragos y las partidas de mus en la taberna del pueblo y una particular visión del mundo y la naturaleza a través de testimonios, descripciones, paisajes... «Huir a una aldea para transformarla en el centro del universo», que diría Jules Romains. Manuel Leguineche, que ha recorrido el mundo a lo largo de cuarenta años, quiere volver a los orígenes, al bosque animado, en el que vive. Por La felicidad de la tierra desfilan, pues, hombres, pájaros, nubes, estaciones del año, animales domésticos o asilvestrados, canciones, tertulias, tormentas, pequeños placeres cotidianos, viejos oficios y sabias reflexiones sobre la vida. Es el ayer y el hoy de una cultura de la que el autor se siente cercano, de la que participa con emoción y gusto. Elige un paisaje protegido por una encina, «La Guardiana», y a partir de ahí no deja de ver y de vivir.