El señor Saxberger lleva una apacible vida burguesa que se ve sacudida cuando un día recibe la visita de un joven poeta admirador, que lo anima a volver a escribir. Schnitzler traza un magistral retrato de la vejez, al tiempo que ofrece una imagen cómica, despiadada y absolutamente actual de un mundo literario en el que abundan la vanidad, la envidia y el ansia de reconocimiento.