Hardy es considerado uno de los grandes novelistas de su tiempo, pero después de que críticos y lectores de su época le dieran la espalda a su ficción narrativa por considerarla demasiado incisiva, se refugió en su vieja pasión: la poesía. Combinando un gusto por los paisajes y los ambientes rurales con un estilo seco y templado, su poesía prolonga algunos de los temas más queridos de su literatura como la ambición o la catástrofe.